TERCER MILENIO
Una obra que significó la integración territorial local y regional de la provincia
En sus giras por el oeste, Gildo Insfran pormenoriza acerca de las realizaciones que el Modelo Formoseño llevó a cabo en los departamentos Ramón Lista, Matacos y Bermejo y de la transformación alcanzada con el acompañamiento de sus habitantes, en gran parte criollos y originarios.
Hace notar que muchos de los objetivos cumplidos en esa región se debían a la pavimentación total de la ruta 81 que fue completada hace quince años.
El martes 18 de septiembre de 2007, después de tres años de ejecución, la pavimentación de la ruta nacional 81,-que se convirtiese en una causa común de los formoseños y salteños- llegó a su fin al cubrirse entre Ingeniero Juárez y Los Chiriguanos los últimos metros que faltaban para dejar expeditos 400 kilómetros nuevos que permitieron recrear el corredor bioceánico natural del norte argentino, de 3.000 kilómetros de longitud, con sus implicancias sociales, culturales, productivas, económicas y ambientales.
En lo atinente al tramo Las Lomitas –Línea Barilari, ejecutado simultáneamente en siete tramos con una inversión cercana a los 400 millones de pesos, afirma que se trata de un patrimonio del pueblo formoseño, fruto del esfuerzo y de la perseverancia.
Y como lo sigue repitiendo, reconoce que esa obra se realizó por la comprensión de parte de quien, como Néstor Kirchner, tomó la decisión política para que se ejecutaran 400 kilómetros de pavimento de la ruta 81 en forma simultánea en tres años.
Considera que el santacruceño asumió una actitud sensata al reconocer la necesidad que esta vía se construya para cambiar el destino de esta parte de la Argentina, contrariamente a como se comportaron otros presidentes que lo antecedieron.
Lo apuntaba para hacer notar que esa fue la razón por la que se tardó tanto para conseguir este hecho valioso e importante para la historia de Formosa y del norte argentino.
Recibí las noticias en tu email
Parte del pasado
Hubo gestiones intensas que tropezaron con la indiferencia y la incomprensión nacional.
Pero Insfrán prefirió la cautela: “Eso es parte del pasado. Lo importante es disfrutar de este hecho y saber aprovechar la obra para el desarrollo y la inclusión social que requieren nuestra provincia y la Nación”.
Sobre lo que se siente al reconocerse como impulsor de una obra de tamaña magnitud admite que “en verdad, todos los días uno siente una inmensa alegría en este trabajo cuando tiene relación y está expresado para la construcción del bien común”.
“Este es un hecho muy importante-calificó- pero solo no nos hubiese servido de nada. Esto sirve dentro de un proyecto integral y sistémico. Por eso cada vez que ponemos una piedrita en cualquier parte de la provincia es porque responde a un proyecto “.
Al comando
Insfrán, quien comandó personalmente la maquinaria que pavimento los últimos metros que transitó para cerrar definitivamente el tramo que demandaba la capa asfáltica.
Cuando quien redacta esta nota lo consultó acerca del modo como debía valorarse este emprendimiento, no dudó: “Esta es una de las grandes obras que hemos construido en Formosa y que trascienden a los hombres”.
Calidad de gestión
Por su parte, el entonces administrador de Vialidad Nacional reconoció que la ruta 81 que llegaba a su fin después de tres años de construcción y que permite incorporar una herramienta clave para el comercio, la producción y la dinámica de todas las actividades comunitarias, afirma la integración regional y se convierte en un justo premio para comunidades que la aguardaron con paciencia durante tantos años.
“La misma paciencia que tuvo Gildo Insfrán y que halló comprensión en alguien como el presidente Néstor Kirchner que interpretó el sentir formoseño por proceder de una provincia también olvidada por los gobiernos nacionales”, certificó el funcionario quien no dudó en garantizar que “continuaremos apoyando el modelo formoseño porque está identificado en el proyecto nacional”.
Todo comenzó a las 10.15 horas del martes 18 de agosto de 2007 con el arribo al lugar del gobernador y el administrador de Vialidad Nacional.
Fueron recibidos por grupos importantes de pobladores criollos y originarios de la zona, así como también de gran parte de los intendentes municipales de la provincia que se asociaron unánimemente al regocijo colectivo por la terminación de una obra que había comenzado en los inicios de la década del 70 y que continuó luego con intermitencias y promedios de 30 kilómetros cada tres años.
La decisión
En 2004 se anunció la decisión política del entonces presidente Néstor Kirchner. No solamente avaló el pedido formoseño de que se continuarán pavimentando nuevos tramos sino que, además , aprobó la construcción total hasta la línea Barilari.
A ellos se sumaron otros seis tramos del lado salteño, en una demostración de la visión federal y del criterio de rentabilidad social que se privilegió por sobre los criterios neoliberales que aletargaron la ejecución de la ruta 81 con el argumento de que era inviable por la escasez del movimiento del transporte en la región.
A las 11, Gildo Insfrán ascendió a la pavimentadora y hasta allí llegaron aborígenes, criollos, intendentes, ministros, subsecretarios, empresarios de la Federación Económica de Formosa, de la CENEA y de la Cámara de Industria y Comercio así como de entidades ruralistas de Las Lomitas y otras localidades del centro oeste y oeste del territorio.
Había también dirigentes gremiales, políticos y de entidades productivas¸ médicos, gendarmes, policías, docentes, periodistas, funcionarios de Vialidad provincial y del distrito 22 de Vialidad Nacional y contingentes de las poblaciones dispersas de una zona otrora marginal que ahora se integra definitivamente al territorio formoseño, a la región, al país, al continente y al mundo.
Momento culminante
Pero el momento culminante se registró a las 11.45 cuando Insfrán fue invitado a tomar directamente el comando de la pavimentadora.
Fijó su mirada hacia el este, aguardó que el camión volcara su carga de asfalto y encaró decididamente hacia el bordo ya completado que aguardaba ahora la arremetida final. Avanzó con lentitud, dando tiempo para que cada uno de los presentes pudiese registrar en sus retinas y en el corazón ese momento único e irrepetible que se estaba viviendo
Cuando lo logró, el gobernador saludó a la multitud que aplaudía, se abrazó con el administrador de la DNV y finalmente ordenó que se ejecutaran los himnos nacional y provincial que entonó a viva voz.
Hubo un clima sentimental especial. Las voces resonaron en medio de una zona inhóspita en la que los originarios, los criollos y el espeso monte con arbustos y especies nativas generaron la escenografía natural de la inolvidable e histórica jornada.
Justo L. Urbieta