TERCER MILENIO
Una medida reparadora que facilitó la profundización del modelo formoseño
Por Justo L. Urbieta
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Si bien es cierto que hoy se conmemoran 21 años de aquella jornada inolvidable para quienes tuvieron ocasión de compartirla, la firma del Acta de Reparación Histórica solo es conocida por las nuevas generaciones como una data más de lo pasado sin asignarle la relevancia que ha tenido, justamente, para recrear una provincia donde la transformación fue posible, así como la posibilidad del formoseño de realizarse en su propia tierra.
La realidad de Formosa, a veces es criticada desde algunos medios por desconocimiento de su historia, fue la consecuencia de un antiguo olvido nacional que se tradujo en su desvinculación del resto del territorio que recién comenzó a advertirse en la década del 70 del siglo pasado con la construcción del puente que une Mansilla con Puerto Vélaz, sobre el río Bermejo y en la precariedad de la infraestructura social así como en la carencia de políticas de promoción productiva que generaran fuentes ocupacionales.
La Argentina terminaba en el Bermejo y, además, hasta no hace muchos años esta parte del país era considerada territorio de entrega en las hipótesis de conflicto con los vecinos, sobre todo con Paraguay y Brasil, razón por la cual se la condenó a una postergación secular.
Por otro lado, el país procedía de los sucesos trágicos de 2001, de una sucesión de políticos que ejercieron el PEN y de las elecciones que, al final, consagraron a Néstor Carlos Kirchner como nuevo presidente quien asumió el 25 de mayo de 2003.
Su campaña electoral fue breve y aquí estuvo una sola vez. Pero fue suficiente para advertir que coincidió plenamente con Gildo Insfrán en el diagnóstico sobre el país pues ambos pertenecían a extremos de la patria olvidada, maginados y destratados por el centralismo porteño.
El gobernador se enroló desde el principio con el nuevo jefe de estado, en un momento en el que , justamente, se buscaba a alguien que reivindicara las antiguas banderas federales de los estados del interior.
Aunque les costaba pronunciar su apellido, los formoseños confiaron en el santacruceño y en su promesa de darle a la provincia las herramientas que le hacían falta para que cobrase dinámica sus planes, proyectos y sueños sintetizados en el Modelo Formoseño.
Y no se equivocaron. A solo tres días de haber asumido el PEN, Kirchner vino a Formosa a cumplir con la palabra empeñada y el 28 de mayo de 2003 suscribió con su amigo formoseño el Acta de Reparación Histórica.
Ese instrumento se convirtió en una herramienta valedera que ayudó a cambiar el destino provincial, profundizando el modelo propio y avanzando en la equidad y la justicia social.
Las obras que se ejecutaron en consecuencia permitieron crear fuentes de trabajo, movilizar a las empresas y, sobre todo, se convirtió en un acto de justicia porque la Nación no podía seguir mirando para otro lado sin advertir que el olvido hacia Formosa era inmerecido ya que por sus potencialidades, sus ricos recursos naturales y humanos debía recibir un trato justo e igualitario al resto de las provincias argentinas.
Obras como las de la pavimentación de las rutas 81, 86 y 9 así como la línea de interconexión eléctrica en 500 kilovoltios; el soterramiento de más de 2.500 kilómetros de fibra óptica que facilita la integración digital con el país y el mundo; la construcción de más de 1.500 obras al servicio de la educación; el Gasoducto del Nordeste Argentino; el manejo de los recursos hídricos con obras clave como la hidrovial de la ruta 28 , la construcción de plantas de agua potable y del Hospital de Alta Complejidad y el aprovechamiento de La Salada, fueron algunos de los viejos sueños que se realizaron.
Con el modelo anterior eran obras imposibles de hacerlas porque hasta calificaron a Formosa como provincia inviable y únicamente un proyecto nacional pudo llevarlas a cabo.
Las obras que se ejecutaron por decisión de Néstor Kirchner permitieron crear fuentes de trabajo, movilizar a las empresas y, sobre todo, se convirtió en un acto de justicia porque la Nación no podía seguir mirando hacia otro lado sin advertir que la postergación de Formosa era inmerecida por sus potencialidades, sus ricos recursos naturales y humanos.
Esa fue la argumentación de Gildo Insfran para insistir a nivel nacional acerca de la necesidad de los formoseños de contar con las herramientas que les permitiesen permitan revertir las consecuencias de esas desacertadas construcciones pasadas y para fundamentar la convicción con la que asumió la firma con Néstor Kirchner y el Gobierno Nacional de la anhelada Reparación Histórica, impuesto que solo cumplía cumpliendo con un deber de estricta justicia, que respondía al legítimo reclamo que por años realizara institucionalmente sin ser escuchado.
En síntesis, lo que ocurrió en 2003 fue para el gobernador la decisión política que permitiría clausurar décadas de desigualdades, exclusiones arbitrarias y olvidos por parte del gobierno nacional.