Los refuerzos se habilitaron en diciembre pasado
Solo el 57,2% de los adultos en Argentina se aplicó una dosis de refuerzo contra la covid-19
El esquema primario de vacunas -que en la Argentina se empezó a aplicar en diciembre de 2020- fue clave para reducir el impacto de la pandemia durante 2021. Pero la buena eficacia de esas dosis se limita con el paso del tiempo, y las personas necesitan acceder a los refuerzos.
El coronavirus fue evolucionando y hoy la subvariante Ómicron BA.5 predomina en la mayoría de las muestras que se analizan a partir de personas con la infección covid-19 en el mundo. En la Argentina, la propagación de la subvariante BA.5 también se encuentra en aumento.
Sin embargo, hay personas que aún se demoran en ir a recibir las dosis de vacunas de refuerzo que están disponibles y sirven para protegerse contra el riesgo de desarrollar un cuadro grave y morir. Entre otras razones, según explicaron expertos en sociología, psicología, y vacunología, los que vacilan creen que la infección ya no puede afectarlos gravemente, no quieren experimentar los efectos secundarios leves o moderados, o directamente desconocen que los refuerzos son claves para protegerse y cuidar a los demás.
El 91,7% de la población de 18 y más años recibió el esquema primario de dos dosis. Pero solo el 57,2% de los adultos se aplicó al menos una dosis de refuerzo, según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación. En los grupos de menor edad, la aplicación del refuerzo es aún menor. Solo el 40% de los jóvenes de 25 a 29 años, el 38% de los que tienen entre 16 y 24 años, y el 33% de los adolescentes aceptaron aplicarse el primer refuerzo hasta ahora.
Desde la última semana de mayo, el ritmo de las aplicaciones de vacunas contra la covid-19 fue descendiendo: se pasó de la 967.733 dosis en esa semana a 387.834 en la semana del 18 de julio, según el análisis de datos que realiza el doctor Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham. La mayoría de esas vacunas se aplican como dosis de refuerzo.
El esquema primario de vacunas -que en la Argentina se empezó a aplicar en diciembre de 2020- fue clave para reducir el impacto de la pandemia durante 2021 y salvar millones de vidas. Pero la buena eficacia de esas dosis se limita con el paso del tiempo, y las personas necesitan acceder a los refuerzos. Porque todavía hay transmisión comunitaria en el país y encima circula Ómicron BA.5, “la peor versión del virus que hemos visto”, como la definió el prestigioso científico estadounidense Eric Topol.
Entre la segunda quincena de junio y la primera de julio se registraron 8,22 muertes cada 100.000 habitantes en personas de 60 años en la Argentina y más que no tenían vacunación o solo habían recibido una sola dosis. Se produjeron 1,21 muertes cada 100.000 habitantes en personas de 60 años y más con esquema primario (2 dosis).
En cambio, según el Boletín Epidemiológico, la mortalidad en personas de 60 años que habían recibido una dosis de refuerzo, la mortalidad fue de 0,38 muertes cada 100.000 habitantes. Esas diferencias en las tasas de mortalidad según el estado de vacunación visibilizan también la importancia actual de aplicarse las dosis de refuerzo hoy.
El virus continúa evolucionando. “Esto es impulsado por un número de factores, como la ausencia de usar mascarillas y el distanciamiento. Las muertes también están aumentando. Esto se debe a que algunos grupos no están bien protegidos porque no han sido vacunados o porque no han recibido el número de dosis requeridas para ellos”, dijo días atrás María Van Kerkhove, la líder técnica para covid-19 de la Organización Mundial de la Salud.
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Argentina, con una cobertura mayor al 84%
Argentina está entre los 25 países del mundo con una cobertura mayor al 84% de su población con el esquema primario. Pero la buena adherencia que se manifestó con las dos primeras dosis no se mantuvo con respecto a los refuerzos.
Daniel Feierstein, sociólogo, autor del libro Pandemia. Un balance social y político de la crisis de la covid-19 e investigador del Conicet en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dijo analizó que “la noción de peligro por la pandemia ha bajado claramente y la atención mediática al tema ha desaparecido, esto no es totalmente irreal: efectivamente el peligro hoy es mucho menor”.
Pero también el investigador mencionó que hoy no hay campañas públicas de comunicación constantes sobre las dosis de refuerzo como las que hubo con el esquema primario de vacunas. Tampoco circula información sobre cuánta protección real agregan los refuerzos sobre las dos primeras dosis.
Otros factores también influyen según el doctor Feierstein: “Las dosis de refuerzos son por lo general vacunas de ARN mensajero. Pese a la propaganda a su favor, hay sectores medios (no pocos) con desconfianza ante esa tecnología. Esto quizás tiene un impacto menor, pero mucha población joven no se ha dado los refuerzos”.
“Se minimiza a la covid-19 como si fuera una gripe -agregó- y se cree que las dos dosis son suficientes. El tema ha dejado de ser relevante en la preocupación pública y ha quedado más como un tema para la población de mayor riesgo, cuya tasa de refuerzo efectivamente es mucho mayor”.
Hay personas que se han relajado en los cuidados de prevención y consideran que no necesitan los refuerzos. Sin embargo, los expertos resaltan que son claves para que la mortalidad por covid-19 se mantenga lo más baja posible
Miguel Gallegos, investigador en psicología del Conicet, señaló que “las vacunas y su aplicación contribuyeron a reducir la mortalidad tanto en la Argentina como en el resto del mundo. Pero algunas personas creen que la aplicación del refuerzo es innecesaria porque igualmente se puede contagiar el coronavirus”. Es cierto que una persona vacunada se puede contagiar el coronavirus. Pero las vacunas que se desarrollaron en 2020 no se hicieron para impedir el contagio sino para reducir el riesgo de sufrir cuadros graves y muertes. Aún hoy las vacunas siguen funcionando.