TERCER MILENIO
Ley de Bases: ¿punto de partida para el crecimiento o el preludio de un nuevo fracaso?
Por Jorge Grispo
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Finalmente, el gobierno del presidente Javier Milei ha logrado un paso decisivo al superar el embudo político del Senado de la Nación para la aprobación de la Ley Bases. Ahora, falta completar el trámite parlamentario en la Cámara de Diputados, la cámara de origen, que tendrá la última palabra sobre el texto de esta nueva y revolucionaria legislación libertaria. Esta primera y demorada ley, impulsada por Milei al asumir el cargo, tomará más de siete meses para su aprobación final debido a las complejidades de la política argentina.
El Presidente, superando el truncado Pacto de Mayo, ahora busca un nuevo acuerdo simbólico para el 9 de Julio. La aprobación de la Ley Bases entra en su recta final, coincidiendo con esta fecha, simbolizando un nuevo comienzo para la nación, a la vista del primer mandatario. Para muchos, la falta de sanción de la Ley Bases era la excusa perfecta para un gobierno que tardó en adaptarse a las reglas de juego que la casta política impone al negociar leyes en el Congreso. Una vez vigente, el nuevo texto legal promete tener consecuencias significativas en el ámbito económico, social y jurídico de Argentina. Con esta ley, el gobierno libertario deberá acelerar su gestión de la administración pública en su totalidad.
Entre los temas pendientes están la eliminación del cepo y la eventual dolarización de la economía, ya sea mediante la competencia de monedas o el procedimiento que defina el Presidente en cumplimiento de una de sus principales promesas de campaña. Actualmente, economistas del mercado y el FMI han señalado un retraso cambiario del 30%, para una cotización del dólar oficial que debería superar los $1,100. Esto explica la reciente presión sobre el precio del dólar y la intervención del Banco Central, comprando más de 150 millones de dólares en el mercado para contener la situación en el cierre de la última semana.
Argentina ha sufrido una sucesión de malas administraciones que han empobrecido a una inmensa mayoría de argentinos, quienes ahora enfrentan los efectos más duros de un ajuste económico necesario pero perjudicial para los más necesitados. La capacidad del gobierno para manejar los reclamos sociales de los sectores más afectados se ha convertido en uno de los principales desafíos de la administración libertaria. La ministra Sandra Pettovello ha estado en el ojo de la tormenta por su labor en el Ministerio de Capital Humano, donde ha tenido que lidiar con la presión y el escrutinio público. Un logro celebrado es la eliminación de los “intermediarios”, las organizaciones sociales que se enriquecieron bajo gobiernos populistas, manejando sumas significativas de dinero público y convirtiéndose en los “zares” de la pobreza nacional. Estas organizaciones, más que combatir la pobreza, la perpetuaban. El gobierno de Milei ha dado un golpe significativo a estas estructuras corruptas, pero el desafío sigue siendo enorme y las consecuencias aún son inciertas.
El mercado está atento a la anunciada incorporación de Sturzenegger al gabinete, lo que representa un nuevo empuje a la impronta reformadora del Estado Nacional. Esta incorporación es crucial y también arriesgada en términos de sustento político si el plan reformador fracasa, especialmente con los vientos privatizadores que se avecinan tras la aprobación de la Ley Bases. A pesar de los desafíos, el presidente Milei mantiene un alto grado de aprobación.
Con la inflación a la baja, es momento de mostrar resultados concretos y perceptibles para el ciudadano común, pero se presenta el problema de una posible suba inflacionaria en los próximos meses empujada por los aumentos aún pendientes en las tarifas de los servicios públicos. La percepción de los ciudadanos será clave para la supervivencia de la administración libertaria. Si bien las medidas económicas implementadas hasta ahora han sido duras, es esencial que los beneficios comiencen a sentirse en los bolsillos de la gente. Esto no solo garantizará el respaldo popular, sino que también fortalecerá la posición política del gobierno de Milei.
El escenario político de la oposición también ofrece una ventaja para Milei. La fragmentación y falta de liderazgo claro en la oposición, con figuras como Kicillof encabezando el último bastión cristinista y las peleas internas entre Mayra Mendoza y Ferraresi, así como los desvaríos políticos de Máximo Kirchner, proporcionan una luz de esperanza para Milei. No hay un líder opositor aglutinador que pueda desafiar seriamente al Presidente.
Sin embargo, el gobierno libertario enfrenta sus propios desafíos internos, como mantener una estructura parlamentaria mínima. Ya se produjeron varias fugas y se habla de más. Este es un juego peligroso donde la gobernabilidad siempre es la víctima, y los ciudadanos son los daños colaterales de una guerra sin cuartel por el poder.
Milei ha logrado algo muy importante en sus primeros seis meses de mandato: consolidarse como un líder disruptivo que ha dejado fuera de juego a la casta y todo lo que conlleva. La baja de la inflación y un comienzo tenue de recuperación económica, junto con la depuración de precios hacia una economía normal, son elementos que lo han consolidado con un estilo de gobernar muy singular.
Lo cierto es que Milei está haciendo política, a su modo tan particular y heterodoxo, un componente esencial para gobernar un país tan complejo como Argentina. Los tironeos sobre los recursos públicos siempre han sido el combustible de la política argentina, y no entenderlo es ir contra la esencia misma del ser nacional, descrita magistralmente por Carlos Nino en su obra “Un país al margen de la ley”. El llamamiento de Milei a “deponer las anteojeras partidarias” tiene cierta lógica narrativa, pero se necesita mucho más que buena voluntad para sacar a Argentina del abismo de pobreza en que se encuentra. Es imperativo que el gobierno de Milei no solo se enfoque en las grandes reformas estructurales, sino también en los problemas cotidianos que afectan a los ciudadanos, como la inflación, el desempleo y la inseguridad.
El presidente Milei enfrenta un desafío monumental. La aprobación de la Ley Bases es solo el comienzo de un camino lleno de obstáculos. Será crucial que el gobierno mantenga un equilibrio entre las reformas económicas y las necesidades sociales, asegurando que los beneficios de estas reformas lleguen a todos los sectores de la sociedad. La esperanza es que Milei pueda revertir el curso negativo del país y llevar a Argentina hacia un futuro mejor, donde las promesas de prosperidad y desarrollo se conviertan en una realidad tangible para todos los argentinos.