EVOCANDO LOS 101 AÑOS DEL NATALICIO DEL OBISPO EMÉRITO
La familia, los jóvenes y la justicia social en las reflexiones de monseñor Scozzina
Por Justo Urbieta
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Luego de alejarse de Formosa y radicarse en la localidad santafesina de Florencia, tuve ocasión de reencontrarme con monseñor Raúl Marcelo Scozzina a quien no pocos recordaron el domingo 14 de agosto ya que en esa jornada cumpliría 101 años de vida, razón por la cual su trayectoria fue memorada por familiares y amigos en el Museo Sciullo, de Villa del Rosario, que lanzó la convocatoria. El amado pastor, falleció un 11 de junio, dos meses y tres días antes de cumplir 90 años.
En ese reencuentro aludió a su sueño de recrear el Vía Crucis Formoseño que se convirtió, según lo reconoce el Libro Guinness, en el más extenso del mundo.
El diálogo discurrió, asimismo, acerca de temas que por entonces preocupaban a los padres y a la comunidad toda, como el comportamiento de los jóvenes y la influencia de factores que complicaban el deseo de fortalecer la vida familiar.
A modo de síntesis. Estas fueron algunas de las reflexiones de monseñor Scozzina para quien una de sus principales preocupaciones era el ataque constante que debe soportar la familia “pero gracias a Dios, la familia es todavía un valor en nuestra patria”.
“Muchos pueblos que se autodenominan civilizados han perdido ese valor”, advertía para alertar también acerca de los peligros que la asedian en la propia Argentina por la influencia de mensajes comunicacionales que llegan desde otras partes del mundo
“Vamos a ser libres, vamos a poder hablar de soberanía en la medida que mantengamos los valores que son propios de nuestra nacionalidad”, me decía hace más de 30 años en una galería del hospedaje de los sacerdotes en la Catedral.
Y relacionó el concepto con “La opción por los pobres” emanada del Concilio del Vaticano. “No es nada nuevo... es el Evangelio donde el mismo Cristo se expresa repitiendo palabras del profeta Isaías en el sentido de que El ha sido enviado para evangelizar a los pobres”, señalaba.
Su pasión eran los jóvenes y brega porque ellos carezcan de preocupaciones serias, de formación propia que les impida pensar que deben vivir en una comunidad como parte de una familia humana.
Scozzina se animaba en los encuentros con jóvenes con inquietudes por la solidaridad, por hacer el bien, por servir, por querer que las cosas mejoren, que cambien. Admitía que cansaba escuchar palabras que se repetían respecto de que se está en crisis o de que existe corrupción.
Creía que el cambio debía surgir de la propia persona: “Como dice la Iglesia, hay que cambiar el corazón del hombre”, decía y aseguraba que la Iglesia y la Patria ven con alegría cuando surgen grupos juveniles que quieren emprender algo nuevo.
La falta de respeto era algo que sacudía fuerte en el ánimo de Scozzina: “Vemos como lamentablemente muchos jóvenes le van perdiendo respeto a todo”, señalaba y ofrecía una explicación: “Es porque los grandes, los mayores -y yo aquí no excluyo a nadie ni siquiera a quienes están en el terreno religioso, político o social- les hemos dado malos ejemplos por no cumplir cada uno de nosotros en el lugar que nos ha tocado, con nuestro deber, con nuestra misión por buscar los intereses propios, olvidándonos absolutamente de lo que es comunidad, país, de lo que es la Patria”. Y exhortaba a ayudar a levantarla para quitarle el peso de algunas actitudes que la aplastan.
En oración permanente, llamaba a las iniciativas juveniles “que hablen, que pidan, que proclamen, que levanten sus voces para decir que quieren vivir los verdaderos valores que hicieron de esta tierra nuestra una Patria grande y gloriosa”.
Definiciones del pastor
“Descubro allí cuantas ansias de bien, de heroísmo, de entrega, de servicio hay en nuestros muchachos y chicas. Los he visto llorar, caérseles las lágrimas ante ciertas situaciones de las que, lamentablemente, han tenido que ser testigos y ver lo que ojalá nunca hubiesen visto. Porque no es nada edificante el mal ejemplo, el pésimo ejemplo de muchos mayores”.
“Los jóvenes tienen que estar palpando que reina un egoísmo tan extremo, un materialismo y un buscar solamente la Tierra que dificulta, que hace muy difícil levantar el espíritu ,en pensar en valores, en cosas superiores, en aquellos que verdaderamente puede significar la convivencia humana, donde reine la alegría porque hay consideración y respeto”.
“La familia está en una crisis muy profunda. Y eso que todavía nosotros estamos bien en la Argentina. En los estratos más elevados de la sociedad, donde estarían los profesionales, la gente con mayores posibilidades económicas, vemos que es un desastre la familia por los divorcios y las separaciones. Lo mismo si descendemos a la juventud. Si vamos a los estratos más inferiores de la sociedad donde están los pobres, allí donde hay todavía más respeto de lo que es familia, también apreciamos que se contagian de este mal. Esta crisis familiar es muy profunda y uno se pregunta cuál ha de ser el futuro de estos chicos y chicas”.
“Recuerdo aquellas palabras de la madre Teresa de Calcuta en EE. UU., cuando dijo: ustedes, los de los Estados Unidos, son más pobres y tienen mayor miseria que nuestros pobres de la India porque ellos tienen valores espirituales y morales que constituyen la verdadera riqueza mientras que ustedes los están perdiendo”.
“La justicia social no es una utopía. Es un deber. Hay que realizarla. Pero no en discursos, ni en proyectos y ni siquiera en leyes que quedan en los papeles. Hay que realizarla en la carne sufriente de los que están soportando la injusticia”.
“Sobre todo a los jóvenes yo les diría que no hay que aflojar. Cuando se trata de la justicia, cuando se trata de los valores del Evangelio, cuando se trata de desenmascarar al mundo como lo hacía Cristo con los fariseos y todos aquellos que como Herodes le aplicaban la mentira. Yo creo que no podemos escaparnos, no podemos dejar de intervenir”.
“Eso de la falta de respeto es algo que sacude muy fuerte. Vemos como muchos jóvenes van perdiendo el respeto a todo. Es porque los grandes, los mayores y aquí no excluyo a nadie, ni siquiera a los del terreno religioso, político o social- les hemos dado malos ejemplos. Por no cumplir debidamente cada uno de nosotros, en el lugar que nos ha tocado, con nuestro deber, con nuestra misión, por buscar los intereses propios olvidándonos, absolutamente, de lo que es comunidad, de lo que es país, de lo que es Patria”.
“Hoy lo que estamos queriendo ver como una tabla salvavidas en el naufragio es encontrar jóvenes que tengan inquietudes de bien. Que no sean jóvenes sin preocupación seria, de formación propia. Debemos apoyar todo lo que conduzca a que haya cada día más jóvenes con inquietudes por la solidaridad, por hacer el bien, por servir, por querer que esto mejore, que cambie. Estamos muy cansados de escuchar que se repite constantemente que estamos como en la corrupción o en la crisis. Y no sucede nada, no cambia nada”.