TERCER MILENIO
Hoy somos todos Yaguareté
Desde el 2018 cada 29 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Yaguareté, una fecha clave para tomar conciencia sobre la conservación de este felino.
El yaguareté declarado monumento natural nacional y protegido por ley nacional N° 25.463 y 22.421, el felino más grande de América del Sur se encuentra en peligro de extinción y hoy levantó su voz y llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación siendo la primera vez que un animal llega al más alto tribunal en defensa de su hábitat, nuestros montes; compartimos con ellos el mismo suelo, el mismo aire y debemos protegerlo porque protegerlos significa una mirada al ambiente y dignifica a la humanidad. Esto es urgente, no hay tiempo, el planeta nos advierte que debemos tener concretas políticas públicas en la protección de los ecosistemas y la biodiversidad.
Hoy es el yaguareté el que pide protección, cosa impensada hace unas décadas; mañana será otra especie, será otro monte, otro bosque, pero el mismo planeta que degradamos que no cuidamos. El Estado argentino no tiene definiciones concretas sobre el ambiente y su cuidado hace oídos sordos tanto al Acuerdo de Escazú firmado por la Argentina como a los ODS Agenda 2030 que también es parte, y al día de hoy no cumple ninguno de los objetivos de desarrollo sostenibles ni los presupuestos mínimos.
La situación de la provincia de Formosa es aún peor en política ambiental. Las cifras duelen. Formosa es una de las provincias con mayor superficie deforestada en las últimas décadas.
Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y del monitoreo satelital entre 2008 y 2021 en Formosa se desmontaron 449.646 hectáreas, unas 32.000 por año. Cifras que aumentaron en pandemia sin tener registro cierto del mismo.
No existe una planificación y una política pública cierta de protección de nuestros ecosistemas y nuestra biodiversidad, la legislación provincial que regula la categorías de conservación de bosques, la ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) no están actualizados y la provincia como órgano ejecutor no se ajusta al principio de progresividad dispuesto en la normativa ambiental N° 26.333 y no convoca a las audiencias públicas determinar las zonificaciones de bosques nativos y los servicios ambientales que ellos prestan a la comunidad.
El encargado de establecerlas es el Poder Ejecutivo de cada provincia, y otra vez ausente el Estado provincial en coordinación, control y ejecución de protección del hábitat.
No se prevén instrumentos para detener este ecocidio de nuestras riquezas. Hoy el mundo invierte millones de dólares para frenar o mitigar el cambio climático en el planeta y nosotros siempre a contramarcha devastamos nuestros bosques.
La Argentina es acreedora ambiental por su biodiversidad y provincias vecinas como Misiones y Chaco ya regulan y reglamentan la posibilidad de emitir bonos verdes para proteger sus bosques, siendo esto una fuente de recursos económicos para la provincia Formosa nuevamente aislada de sus vecinos.
La provincia tiene una riqueza en su suelo subsuelo una diversidad ambiental aprovechable que debe ser protegida. Hoy la industria de la madera en el interior se encuentra desmantelada, los aserraderos cerrados a lo largo de la provincia; la pregunta es dónde va nuestra madera y la respuesta es un silencio profundo de las autoridades provinciales.
El yaguareté está extinguiéndose en el Gran Chaco, por la pérdida de su hábitat natural solo quedan registro de 20 ejemplares en estado salvaje entre esteros del Iberá en Corrientes y el Parque Nacional Impenetrable en Chaco, y Formosa ni registro tiene. Esta acción judicial nos abre las puertas a muchas preguntas sin respuestas y a un dolor y vergüenza inmensa como sociedad. El degradamiento del ambiente afecta a nuestras vidas, a nuestras economías y, por sobre todo, a las generaciones futuras, a nuestros hijos.
Organismos nacionales y fundaciones ambientalistas desarrollan en el país campañas de concientización para proteger a los ejemplares que quedan es trabajo de todos ayudar y concientizar en su protección.
Hoy más que nunca todos debemos ser un yaguareté que alza su voz pidiendo la protección de su hábitat, de nuestro planeta. No tenemos otro plan, no hay planeta B para las próximas generaciones.
Por Doctora Andrea Guardia Mendonca
Profesora universitaria