TERCER MILENIO
Herradura y su relación con la historia de la misión del Santo Rosario y San Carlos del Timbó
Por Justo Urbieta
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No hace mucho comenzaron a difundirse datos acerca de la existencia de la Misión del Santo Rosario y San Carlos del Timbó en estos territorios. Fue una de las reducciones mediante las cuales los jesuitas trataron de prolongar hacia el Norte del litoral chaqueño su labor misional iniciada en la jurisdicción de Santa Fe en la primera mitad del siglo XVIII.
Las autoridades de la Gobernación del Paraguay habían iniciado una guerra contra las aborígenes del Chaco, lo que obligó a los abipones a pedir la paz y el envío de misioneros para fundar una reducción. Ellos mismos eligieron el lugar, un paraje denominado Timbó situado a casi 10 leguas al Norte del Bermejo, a una legua y media del río Paraguay y junto a una laguna llamada La Herradura. Allí se levanta el actual y pintoresco pueblo formoseño de Herradura.
El gobernador español del Paraguay, José Martínez Fontes, se comprometió a establecer la reducción en 1763. Para ello convocó a los vecinos de Asunción a Cabildo Abierto y los comprometió a contribuir con ganado vacuno, caballos, ovejas, yerba, herramientas y otros elementos para la nueva Reducción. Al mismo tiempo solicitó al Provincial de la Compañía de Jesús, padre Contucci, el envío de misioneros.
El padre provincial respondió afirmativamente, pero con la condición de que la manutención de los reducidos debía correr por cuenta de las autoridades civiles, los aborígenes debían quedar bajo protección real, no debían sujetarlos al trabajo en las encomiendas ni a la mita y su adopción del catolicismo debía ser libre.
Martínez Fontes aceptó estas condiciones (agosto de 1763) y de inmediato ordenó al capitán Fulgencio Yegros a trasladarse al sitio elegido con un grupo de soldados para edificar las primeras viviendas de la reducción. Además impuso a la misma el nombre de Misión del Santo Rosario y San Carlos para expresar su devoción a la virgen y, al mismo tiempo, ganarse los favores del rey Carlos III.
Mientras tanto, llegaba a Asunción con gran beneplácito del gobernador el padre Martín Dobrizhoffer, elegido por el Provincial para dirigir la nueva reducción por su vasta experiencia misional y por sus conocimientos de la lengua y costumbres de los abipones.
Terminados los preparativos, la expedición fundadora desembarcó en la costa del río Paraguay el 24 de noviembre de 1763, cerca del sitio elegido para el nuevo poblado. La integraban el gobernador Martínez Fontes, el padre Dobrizhoffer, el prefecto Nardi y 400 soldados; todos distribuidos en tres embarcaciones.
Comandaba la caballería don Fulgencio Yegros y al comprobar la precariedad de las construcciones, el Gobernador ordenó levantar una nueva edificación que tampoco resultó adecuada para el fin propuesto. Luego reunió a los caciques abipones y, de común acuerdo, designó Corregidor con bastón al cacique Guachichi, a Francisco Xavier como Maestre de Campo y a Machafrio como Alcalde de Campo, encargado de cuidar el ganado. Hecho esto regresó con toda su comitiva a Asunción, previa celebración de una misa el día de Navidad.
Dobrizhoffer quedó solo al frente de la misión luego de la partida del Gobernador, pues el misionero designado para acompañarlo, padre Juan Díaz, no llegó a hacerse cargo por razones de salud.
El misionero debió esforzarse por convencer a los aborígenes para que se acerquen a la reducción, lo que éstos hicieron sólo cuando comprobaron la partida de los paraguayos.
San Carlos carecía de los elementos más indispensables para la vida humana; el ganado que proveía la estancia era escaso y las alimañas, la viruela y otras enfermedades hacían estragos entre los indios.
El misionero debió reclamar insistentemente a las autoridades paraguayas, la provisión de elementos indispensables, pero sus pedidos tuvieron escaso o ningún eco. Recién en 1764 un piquete de soldados vino a levantar un real y la ranchería para los aborígenes.
Otra amenaza que debió soportar la reducción fue el continuo asedio de las tribus tobas y mocovíes del interior del Chaco, quienes llegaron a penetrar en el poblado.
Sólo la serenidad y presencia de ánimo de Dobrizhoffer evitó que lo asesinaran y arrasaran la reducción. También el cacique Ychoalay de San Jerónimo, organizó una invasión contra San Carlos, pues responsabilizó a los indios de esta reducción del robo de caballos que les pertenecían.
No obstante estos continuos sobresaltos, el misionero enseñó a los abipones a cultivar la tierra y logró algunos resultados promisorios, especialmente en el cultivo del tabaco. La mala calidad de las herramientas que le habían remitido y la escasez de semillas le impidió mayores progresos en este sentido.
Fueron tantas las penurias y padecimientos que debió soportar este insigne misionero de los abipones, que no tardó en pedir su reemplazo y su traslado a las misiones guaraníes a fin de restablecer su quebrantada salud. El padre provincial agradeció a Dobrizhoffer por los enormes sacrificios realizados y por su obra entre los abipones.
Los padres José Brigniel y Gerónimo Rejón, que lo reemplazaron, lograron algunos progresos, pese a que la ayuda prometida por el Cabildo de Asunción nunca se concretó.
En septiembre de 1766 el padre Rejón informó que los indios se hallaban sujetos, asistían a la doctrina, acudían a las iglesias y entregaban a sus hijos para su enseñanza y bautismo.
Las tareas de labranza también continuaban progresando y en 1767 la población ascendía a 350 almas, según el padre José Jolis. La expulsión de la Compañía de Jesús puso punto final a esta labor evangelizadora.
Retirados los jesuitas, fue designado el padre Lorenzo de la Torre para continuar con el trabajo misional, con la ayuda de un destacamento de soldados. Pero la mayoría de los indígenas huyó de la reducción y cometió algunas tropelías en una estancia vecina. En 1768 el padre de la Torre se retiró a Asunción y los pocos abipones que quedaban fueron trasladados a la margen opuesta del río Paraguay.