TERCER MILENIO
Hablando claro…
Por Rodolfo Roquel
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Muchos, incluso opositores al Gobierno nacional, al principio o al final de su exposición aclaran “yo deseo que a Milei la vaya bien” o “que tenga éxito”; “porque si a él le va bien nos va a ir bien a todos”. Pero sin aclarar en qué consistiría el éxito de Milei o que es “irle bien”.
Tenemos pues que ponernos de acuerdo respecto a lo que quiere Milei conforme él lo ha dicho mil veces como candidato y como Presidente de la Nación.
Nuestro Presidente se ha definido reiteradamente como anarco capitalista o liberal libertario. Ahora bien, el anarquismo es una corriente ideológica y política que niega la legitimidad de toda autoridad. Dividida en muchas corrientes tradicionalmente se ha señalado bajo el lema “Sin Dios, sin patria y sin amo” y el principio general que los une como anarquistas es el enunciado por Proudhon: “La propiedad es un robo”.
Es decir que predican un orden social sin gobierno, apoyado simplemente en la solidaridad social y la ayuda mutua donde todo sea de todos. Naturalmente ignoran el dogma católico del pecado original.
Aunque existe un tradicional enfrentamiento entre anarquistas y marxistas, el marxismo predice una etapa final, después de la desaparición de las clases sociales, en la cual el Estado se marchitara y “el gobierno de los hombres será sustituido por la administración de las cosas”.
La denominación libertaria ha sido adoptada por los sectores más ortodoxos. En la Argentina la federación anarquista adoptó el nombre de Federación Libertaria en 1955.
No obstante, aunque parezca mentira, los oligarcas de la economía de mercado, vieron las posibilidades que les ofrecía la desaparición de Estado, y, ni lerdos ni perezosos sus dependientes intelectuales propusieron un anarquismo capitalista. Los remanentes del Estado debían limitarse al mantenimiento del orden y a la protección de la propiedad privada, el resto de las funciones sociales se cumpliría mediante contratos libres.
Este es el anarco capitalismo que nuestro Presidente quiere instaurar en la Argentina, si le va bien. Que es lo que nos sucederá a los argentinos en ese caso podemos prevenirlo. Pero eso, querido lector, como decía Kipling es otra historia. (Un adelanto: miren lo que pasa con la paralización de las obras públicas).
Seguimos hablando claro. Qué nos pasara a los argentinos si Milei tiene éxito nos preguntábamos.
En primer lugar, debemos investigar cómo pudo introducir en nuestro mundo político su credo liberal libertario o capitalismo anarquista.
En nuestra patria siempre hubo, desde el periodo hispánico hasta ahora una minoría oligárquica cuya influencia aumentaba cuando aumentaba la desigualdad social y económica. Algún sector de esa oligarquía se caracterizaba por lo que Adam Smith llamaba “la infame máxima: todo para mí y nada para los demás”.
Ese sector pudiente y apátrida siempre estuvo dispuesto a recibir cualquier ideología que le permitirá lograr el poder, recuperarlo o aumentarlo siempre en su exclusivo beneficio. Encomenderos primero, luego monopolistas, industriales casi nunca y hoy banqueros y financistas, pero siempre rigiéndose por la “infame máxima”. Nunca le hicieron asco a la ayuda extranjera fuera la flota anglo francesa, el pacto Roca-Runciman o los desafueros del embajador Braden.
En lo político no tuvieron problemas: fueron unitarios con Rivadavia, federales con Urquiza, porteñistas con Mitre, conservadores con Juárez Celman y radicales con los antipersonalistas y tienen atragantado al peronismo desde 1945 o desde el 4 de junio de 1943.
Sobre esa clase la prédica libertaria sonó como música celestial y la persona de Milei como el mejor de los regalos:
Ahora podrían terminar con el peronismo y sus aliados populistas liquidar los sindicatos y repartirse los beneficios.
Claro que no todos los oligarcas gozarán del paraíso anarco capitalista, solo los que tienen muy buenas relaciones con el mundo financiero internacional, porque a la fiesta están invitados Elon Musk y gente como él y no el chiquitaje que se cree grande porque es socio de la Rural o de la UIA.
Bancos y financieras dueños de todo, gerentes y abogados muy bien pagados y un pueblo sub empleado o desempleado con altos índices de pobreza que no tendrá otra salida que emigrar en busca de nuevos horizontes: una Argentina de pocos y para pocos.