Gimnasia se bancó a Quimsa y Comodoro es semifinalista
Mente fría y corazón caliente. Paciencia, oficio y calidad. La fórmula del verde para levantar 9 puntos en los últimos cinco minutos y eliminar al último campeón del S20. Hoy enfrenta a La Unión.
Era, a priori, el partido más interesante o, tal vez, el más parejo de estos apasionantes cruces de cuartos de final que abrían el final 8 en el Sandrín cordobés. Y las expectativas, altas, no decepcionaron. Al contrario. Se dio un partidazo, de finales, entre dos de los candidatos de esta temporada.
Y se lo llevó Gimnasia de Comodoro, nomás. Por su temple, oficio y, claro, también por su calidad individual. La única forma de vencer al último campeón de este torneo y actual subcampeón de la Liga Nacional. Quimsa, que había estado con un pie y medio afuera de este F8, llegaba metiendo miedo. Por su plantel y la levantada colectiva. Y ayer, en una calurosa tarde, los santiagueños demostraron su poderío. Gobernaron por momentos el juego y estuvieron arriba por 9 faltando 5’40. Pero ahí el verde de Comodoro mostró sus garras.
Cabeza fría y corazón caliente para no perder la línea, seguir jugando, defendiendo y atacando, recurriendo a la experiencia de Vega y Romero, a la potencia física de Mencia. Así lo hizo. Fue 73-71 en un final para el infarto, con Quimsa teniendo la última bola y no pudiendo tirar a tiempo… El rival, para Gimnasia, será La Unión.
Duelos de pesos pesados que, de entrada, dejó claro la intensidad iba a ser el denominador común del partido. Mucha concentración, disciplina defensiva y juego físico, con dos equipos con fortaleza en ese aspecto. Y hubo paridad de arranque, con Mencia de un lado y Anderson del otro, luciendo esos atributos típicos de su raza… La primera diferencia la sacó el último subcampeón de la Liga (16-10 en 7m16) porque metió dos bombas que el rival falló.
Y ahí empezó a dibujarse la gran clave de ese primer tiempo: la eficacia del tiro de tres puntos. Chuzito González metió un triple desde la esquina y, de repente, la calma dio paso a la tormenta. Porque después vino otro de Acevedo y luego, al toque, dos bombazos del Chuzito gracias a los espacios que encontró Quimsa cuando llegó jugando. La ventana, entonces, pasó a ser de 27-16 en casi 12 minutos.
Ese parcial le tocó el orgullo a Gimnasia, que salió distinto del minuto y respondió con determinación y su primer triple, en manos de Barreiro, quien con su energía y capacidad atlética ayudó a emparejar la lucha rebotera y cambiar el mal momento. Stehli y Romero también ingresaron bien para ayudar en la reacción. Siempre con Mencia como el más desequilibrante y ya con el regreso de Orresta, el Verde metió un parcial de 13-2 en 4’10 para igualar en 29. Entonces se hizo palo a palo hasta el final de aquella primera etapa, que se la llevó Quimsa por 37-34.
Quimsa arrancó con todo, nuevamente sólido en defensa y dominante en los tableros, para alejarse por 7. Pero Gimnasia respondió, otra vez y nuevamente con su banco. Barreiro volvió a imponer condiciones y apuntaló una mayor presión defensiva, que nubló al rival y le sacó espacios y miradas limpias al aro. Así igualó en 47 y luego, con un bombazo de Barreiro, puso el 54-50. Claro, no contaba con Baralle, quien respondió con otra bomba, agónica, para sacudir la modorra y frenar el ímpetu rival.
Pero Franco no se detuvo y, en la primera posesión del último cuarto, clavó una nueva para abrir la puerta de un período épico. Quimsa, de la mano de su base, recuperó confianza, tiró un par de buenas defensas y metió otro triple, en este caso en transición ofensiva, de Acevedo, para el 60-56 a 8’ del final. El oficio y experiencia de algunos jugadores de Quimsa, en especial Cosolito, con acciones decisivas, fue la llave de un parcial que le dio ventaja de 9 (67-58) a falta de 5’40.
Podía colapsar Gimnasia, en ese momento, pero mantuvo su disciplina y la paciencia, sin renunciar a su adn, a su juego. Enseguida, con dos bombas de Vega, quien se puso el traje de héroe, se puso en juego a 4’30 (64-67) y de ahí fue palo y palo. Pero, caballo que alcanza, ganar quiere, dice el refrán. Y Gimnasia le fue a la yugular. Sus piernas nunca se cansaron y, con la lucidez de Romero y Vega, más la potencia de Mencia, empató en 69 a 1’40. Parcial de 11-2.
En su aro levantó un muro que se mantuvo incólume hasta que hubo una jugada decisiva: ese golazo de Romero, despatarrado, en la cara de Anderson. Un doble y falta, a 59 segundos, que cotizó en oro. Quimsa no renunció, pero salvo un doble de Anderson bajo el aro, desperdició las chances, incluyendo la última, cuando el Chuzito cruzó la cancha y abrió para el tiro de tres puntos de Baralle. Pero Franco no se animó al ver llegar varios brazos y fue para adentro, sin darse cuenta que no le quedaba tiempo. Así, mientras sonaba la chicharra, se desataba el loco festejó de Gimnasia, que pasó a semi y sueña.
Prensa AdC.