Equipos del Hospital de la Madre y el Niño y del HAC operaron del corazón a una beba prematura
La bebé nació con 25 semanas de gestación y desde sus primeros minutos de vida necesitó la ayuda de un aparato para respirar. Actualmente está sin respirador, solo con una cánula nasal que le da un flujo mínimo de oxígeno, respira cómodamente, se conecta con el medio y se alimenta por vía oral con leche materna.
Melina, una beba prematura, fue intervenida quirúrgicamente -de manera exitosa- a raíz de una patología cardiológica por personal del Hospital de la Madre y el Niño y el Hospital de Alta Complejidad.
El director de la Madre y el Niño, Víctor Fernández, la jefa del servicio de Neonatología, Norma Benítez, la cardióloga infantil Claudia Mudric, y la cirujana cardiovascular pediátrica, Nala Junko, explicaron en una conferencia de prensa los detalles de la operación.
Mudric expresó estar “orgulloso de poder presentar el caso de esta bebé que nació con 25 semanas de gestación y desde sus primeros minutos de vida necesitó la ayuda de un aparato para respirar; por ser tan prematura se pidió la interconsulta a neonatología, hicimos en el Neo del hospital de la Madre y el Niño, con el ecocardiógrafo que tenemos allí, la ecocardio y vimos que tenía un ductus muy grande”,.
“Ductus del prematuro –explicó- es como una venita que comunica la arteria aorta con la pulmonar, que es normal en la vida fetal pero que después del nacimiento se debe cerrar. En los prematuros generalmente permanece abierto, se hizo diagnóstico, tratamiento con medicación, sin ningún tipo de respuesta”.
Ante la persistencia del ductus y las complicaciones severas se decidió realizar la intervención quirúrgica, “ya que en el hospital contamos con todo el equipamiento, tanto en quirófano como en neonatología, para realizar de forma segura este tipo de cirugías que es compleja por la edad del paciente y la recuperación que necesita”.
La cirugía se hizo en la misma incubadora en la que estaba la niña, “se la trasladó hasta quirófano, por lo tanto, la niña no sufrió enfriamiento ni el traspaso a una camilla, eso es muy importante siendo tan prematura”.
Nala Junko, cirujana cardiovascular pediátrica, dijo por su parte que los bebés prematuros “son pacientes diferentes a los pediátricos ya que deben entrar con mucho más cuidado, porque los tejidos son más delicados, se desgarran con más facilidad, así que utilizamos un instrumental más delicado también”.
“El ductus era del tamaño casi de la aorta –agregó- lo que generaba que se descompense tanto la niña y se pudo cerrar con un clip de titanio y se constató una mejora inmediata”.
Asimismo, argumentó que si no se realizaba la intervención “había riesgo de que los pulmones comiencen a fallar, porque por el ductus reciben mucha sangre, eso genera que la niña siga intubada, que tenga más predisposición a infecciones y tiene riesgo de vida”.
A su turno, la jefa de Neonatología del hospital de la Madre y el Niño se refirió al cuidado post operatorio y señaló que debieron hacerle el soporte de sedación, analgesia, soporte hemodinámico “y tuvimos muy buena evolución, actualmente está sin respirador, solamente con una cánula nasal que le da un flujo mínimo de oxígeno, respira cómodamente, se conecta con el medio y se alimenta por vía oral con leche materna”.
Asimismo, dijo que “es una gran ventaja que tenga padres comprometidos porque el compromiso de la familia hace que la evolución sea mejor en todos los bebés en Neonatología”.
En ese sentido, la profesional señaló que actualmente la beba tiene 31 semanas y “como desafío un largo camino por recorrer, ya que debe llegar a pesar 2 kilos y alimentarse por succión para poder desconectarse del oxígeno y hacer la transición para volver a su casa con su familia”.
Por último, Benítez aseguró que el hospital cuenta con lo necesario para la evolución de la paciente y, en el caso de que tenga complicaciones están preparados “con toda la tecnología y el equipo adecuado para dar sostén a lo que Melina pueda pasar en la larga internación que le queda”.