EL ENFERMERO SALESIANO LAICO DEDICÓ SU VIDA A LA SALUD DE LOS POBRES
El Papa Francisco proclamó santo al ítalo-argentino Artémides Zatti
Francisco canonizó también a Giovanni Battista Scalabrini. Los dos nuevos santos estuvieron dedicados a los migrantes y a los enfermos.
El papa Francisco canonizó el domingo en la Plaza de San Pedro del Vaticano a dos miembros de la Iglesia que dedicaron su vida a los migrantes y a la salud de los pobres, dos fenómenos de gran actualidad en estos años del siglo XXI con la pandemia y la pobreza que se ha agravado en muchos países de África, Asia y América Latina.
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Se trata de los beatos monseñor Giovanni Battista Scalabrini y del laico salesiano Artémides Zatti. Scalabrini, italiano, fue obispo de Piacenza (noreste de Italia) y fundador de la Congregación de los Misionarios y de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo. Es considerado además el fundador de las primeras organizaciones católicas que se ocuparon de los migrantes y quien propuso en 1905 la creación de una comisión vaticana dedicada a ellos.
Enfermero en Argentina
Zatti, nacido en Italia pero que emigró con su familia a Argentina cuando tenía 17 años, dedicó su vida como enfermero y farmacéutico a los pobres en un hospital de la capital de Río Negro, Viedma. Allí conoció a otro salesiano que luego también sería beato pero en realidad considerado por los argentinos el “indiecito santo”, Ceferino Namuncurá, nacido en Río Negro y de origen mapuche, que fue internado en ese hospital de Viedma por tuberculosis, una enfermedad bastante difundida entonces. Ceferino no se curó completamente y los salesianos lo mandaron a Italia a ver si mejoraba. Murió a los 19 años en Roma.
Ante una Plaza de San Pedro llena de peregrinos (50.000 según la Prefectura vaticana) de numerosas ciudades y países, incluida Argentina y Filipinas, que levantaban banderas, el papa Francisco, debido a su problema en la rodilla, presidió la ceremonia sentado junto al altar colocado en el atrio de la Basílica de San Pedro. Fue ayudado en la ceremonia por el prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, cardenal Marcello Semeraro. Durante la celebración el Papa dirigió un mensaje a favor de los migrantes y de los enfermos, recordando lo que hicieron los dos nuevos santos.
La fe cristiana “siempre nos pide que nos reconozcamos necesitados de curación y de perdón, que compartamos las fragilidades de los que nos rodean, sin sentirnos superiores. Hermanos y hermanas, comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos y que frecuentamos cada día, somos capaces de caminar junto a los demás, de escuchar, de vencer la tentación de atrincherarnos en nuestra autorreferencialidad y de pensar sólo en nuestras propias necesidades”, dijo Francisco en su mensaje.
Y específicamente se refirió a los migrantes y a la actitud que tienen varios países y políticos de Europa hacia ellos. “Tengo miedo cuando veo comunidades cristianas que dividen el mundo en buenos y malos, en santos y pecadores” (…) Por favor incluir siempre, en la Iglesia y en la sociedad todavía marcada por tantas desigualdades y marginaciones. Incluir a todos (…) Es escandalosa la exclusión de los migrantes. Es criminal. Los hace morir ante nosotros y es así que hoy tenemos un Mediterráneo que es el cementerio más grande del mundo. La exclusión de los migrantes es asquerosa, es pecaminosa, es criminal” - enfatizó el Papa-. Y algunos piensan que es mejor mandarlos de vuelta “a los lager donde son explotados y vendidos como esclavos”. “Hermanos y hermanas, hoy pensemos en nuestros migrantes, los que mueren y los que son capaces de entrar. ¿Los recibimos o los explotamos? Les dejo esta pregunta para pensar”, concluyó Francisco cuyo padre fue un emigrante italiano que partió a Argentina en 1929.
Al concluir la ceremonia Francisco aludió a las eventuales amenazas nucleares de las que se habla en la guerra entre Rusia y Ucrania. Y recordó el Concilio Vaticano II, que produjo grandes cambios en la Iglesia, hace 60 años. “No podemos olvidar el peligro de guerra nuclear que en aquel entonces amenazaba al mundo. ¿Por qué no aprender de la historia? También en aquella época había conflictos y grandes tensiones, pero se eligió la vía pacífica”, subrayó.