Violencia económica
El 64% de las mujeres manifestó que sus ex parejas no cumplen con la cuota alimentaria
El rol de cuidadoras socialmente asignado a las mujeres suele actuar como intensificador y diversificador de la violencia de género. Para muchas de ellas, la dependencia económica y el cuidado y protección de otras personas, las coloca en una situación de extrema vulnerabilidad ante la violencia de género.
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Datos de la Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Violencia de Género analiza qué pasos atraviesan y qué obstáculos enfrentan las mujeres que buscan salir de una situación de violencia, señalan que el 64% de las mujeres manifestó que sus ex parejas no cumplen con la obligación del pago de la cuota alimentaria, afectando directamente el derecho de sus hijos/as.
Ya sea que esté económicamente activa o en directa dependencia económica, sienten temor a que la pareja o ex pareja tome represalias en el ámbito económico al denunciarlo o pedir ayuda, lo cual genera mayor incertidumbre entre aquellas que son madres ya que la negación de la cuota alimentaria suele presentarse a quienes son madres como una estrategia de manipulación utilizada para dar continuidad a la violencia. De éste modo, los hijos/as pueden pasar a ser un vehículo de la reproducción de la violencia de género luego del pedido de ayuda.
“La cuota alimentaria muchas veces se vuelve una forma de continuar ejerciendo sobre ella esa violencia que probablemente sucedía en el contexto de la pareja y que alguna manera busca dar un mensaje: de quién manda, de quién controla, de quién decide que se hace y que no se hace y no solo de ella sino también de las personas que tiene a cargo”, dijo Ana Inés Alvarez, directora Ejecutiva de Fundación Avon.
La encuesta fue realizada en Argentina, Colombia, Ecuador y México, por Avon y Fundación Avon, de la mano de Quiddity, y organizaciones del tercer sector en cada país. En nuestro país, el proyecto contó con el apoyo y participación de La Casa del Encuentro y ONU Mujeres.
La encuesta se hizo a más de 2.000 mujeres de forma cuantitativa, profundizando en 24 entrevistas de índole cualitativas, para poder ahondar en las complejidades, percepciones y sensaciones detrás de las respuestas.
Sobre la ruta crítica, que son todas aquellos pasos, acciones que recorre una mujer que está atravesando una situación de violencia de género para salir de la misma, el informe reveló que entre los principales factores inhibidores para hablar y/o pedir ayuda el principal factor es el miedo. Un 40% de las encuestadas dijeron tener miedo a las consecuencias, y un 25% indicó tener temor directo a recibir amenazas. En segundo lugar, el factor inhibidor más importante es tener hijos/as o personas a cargo.
El rol de cuidadoras socialmente asignado a las mujeres suele actuar como intensificador y diversificador de la violencia de género. Para muchas de ellas, la dependencia económica y el cuidado y protección de otras personas, las coloca en una situación de extrema vulnerabilidad ante la violencia de género: 3 de cada 10 mujeres declararon no poder tomar decisiones respecto del manejo del dinero, o hacer uso de él libremente. Esto se dio con mayor frecuencia entre aquellas que trabajan de manera informal (39%). A la hora de pedir ayuda, el 26% de las mujeres sintieron que no iban a poder subsistir económicamente.
El informe destaca que muchas veces esta situación es propiciada por el mismo agresor, quien rechaza que la mujer trabaje por fuera del ámbito doméstico contribuyendo a la dinámica de aislamiento, y, al mismo tiempo, le restringe el acceso al dinero que solo él produce.
“Es importante entender –indicó Alvarez- que esa violencia económica atenta contra la autonomía económica de esa mujer y de la familia o las personas que tenga bajo su cuidado. Atenta contra la posibilidad de pensar autónomamente un proyecto de vida libre de violencias, de pensarse alejadas de esa persona”.