Doña Chingola, modista de alta costura con un particular tesoro
La abuela Chingola es la matriarca de la familia Cherñac. Su historia de vida está marcada por fuertes valores familiares que junto a su esposo Isaac Cherñac fue transmitiendo de generación en generación, extendiendo su carisma a todos los ámbitos en los que se desenvolvió y sigue haciéndolo.
Desde muy niña le gustó coser y como un juego cosía ropas para sus muñecas. Es modista de alta costura y hoy cumple 97 años. Idelina Sánchez –más conocida como doña Chingola– sigue cosiendo y jugando con las Barbies de sus sobrinas y nietas a las que vistió con las réplicas de los vestidos que a lo largo de su profesión diseñó, creó y cosió para que ellas y otras tantas mujeres de Formosa luzcan en sus fiestas de 15 años, recepciones, cumpleaños y casamientos.
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Esa colección de réplicas de los vestidos de Abuela Chingola que hoy lucen sus muñecas Barbies, algunas obsequio de su nieto Fabián que vive en Estados Unidos, es un tesoro familiar, un tesoro de vida. Y ella lo exhibe con gran orgullo y se emociona hasta las lágrimas cuando recuerda y cuenta la historia de cada vestido y de quien lo lució.
La abuela Chingola es la matriarca de la familia Cherñac, orgullosa de sus hijos Mirta, Dany, Jorge, y Yoly (su hija del corazón), su historia de vida está marcada por fuertes valores familiares que junto a su esposo Isaac Cherñac fue transmitiendo de generación en generación, extendiendo su carisma a todos los ámbitos en los que desenvolvió y sigue haciéndolo, hoy disfrutando de los frutos de una existencia feliz.
Es la menor de 7 hermanos, sus padres fueron Francisco Regis Sánchez y Antonia Benítez Flores (apenas para los picaflores). Su mamá era modista sastre y evidentemente fue su ejemplo y la sumergió en el mundo de la costura donde jugaba a coser, pero a diferencia de su madre, que cosía especialmente trajes y camisas, a Chingola siempre le gustó solo hacer vestidos de fiestas, nunca pantalones.
De joven, y con la claridad de lo que quería hacer, estudió diseño de alta costura en Rosario, Santa Fe, y luego se dedicó profesionalmente a esa moda en la que las prendas son exclusivas a la medida del cliente, realizadas de forma manual con escasa intervención de la máquina de coser, con telas de alta calidad y cosidas con extrema atención al detalle.
Y son los detalles los que precisamente llaman la atención en las réplicas de los vestidos de la abuela Chingola: muchos bordados, incrustaciones de perlas e hilos dorados en telas superpuestas y tules, y diseños verdaderamente llamativos y únicos.
Las mujeres de su familia, desde su hija Mirta, su nieta Celina, las sobrinas Sol y Anita Guilio, y otras como Noelia, Romina y Yamile Tomás, Silvana Montoya, Rosita González, entre muchas más, lucieron las creaciones de la abuela Chingola y vivieron su momento especial con ese vestido siempre soñado y hecho realidad gracias a las manos de esta modista de alta costura que atesora esas réplicas como la muestra de una pasión de su vida que a los 97 años, que hoy está celebrando, sigue muy viva.