Por Fundación Leer
¿Corta o larga? ¡La que sea necesaria!
La lectura es importante. Leer no es perder el tiempo, leer no aburre ni está sobrevaluado. No podemos darnos el lujo de enviar mensajes equívocos en este sentido. El siglo XXI necesita de niños, niñas, jóvenes y adultos con altos niveles de alfabetización, que sepan leer y escribir y que tengan la capacidad de leer todo tipo de textos. Largos y cortos. Leer mucho y sobre los más variados temas nos empodera, nos humaniza, nos da la posibilidad de pensar críticamente y de tomar decisiones propias. La falta de lectura y el dogmatismo están muy relacionados. No es fácil manipular a un gran lector.
¿Leer sirve? La educación argentina está en uno de sus momentos más complejos. La pandemia ha agravado un sistema que ya estaba en crisis. Un informe reciente de Argentinos por la Educación indica que cada 100 estudiantes que ingresan al primario, solo 16 egresan según lo esperado y con las habilidades mínimas en lectura. Según las evaluaciones Aprender (2021), dos de cada diez estudiantes de sexto grado comprenden sin dificultad y un 22 por ciento está bajo del nivel básico. En el nivel secundario, de acuerdo con las evaluaciones PISA (2018), el 50 por ciento de los jóvenes que permanecen en la escuela no entiende lo que lee.
La investigación correlaciona positivamente leer mucho con la mejora de las habilidades lectoras. También asocia habilidades lectoras con éxito escolar. Asimismo, el éxito escolar está relacionado directamente con las posibilidades de las personas de mejorar sus ingresos en el futuro.
En la Argentina uno de cada dos chicos es pobre. Los niños y niñas de hoy son los jóvenes y adultos del mañana. Sin leer, quedarán fuera de la sociedad.
¿Leer vale la pena? La lectura empodera desde una perspectiva social, crítica y democratizadora. Leer es uno de los aspectos fundamentales de los derechos humanos y de la realización personal. Leer es esencial para relacionarnos con los demás, pues refuerza las habilidades sociales y empáticas. Nos ayuda a comprender la realidad y vivirla con mayor integridad. Al leer, cada persona se conoce a sí misma, amplía su mirada sobre los otros, comprende mejor el mundo, entiende que ninguna opinión es absoluta y toma decisiones informadas que inciden en su realidad. Leer nos ayuda a reconocer el valor de la diversidad y así construir una sociedad más inclusiva.
¿Leer mucho o leer poco? La lectura no es comparable con ningún otro medio de aprendizaje y de comunicación. La lectura tiene un ritmo propio, definido por el propio lector. La lectura implica tanto leer un texto como la capacidad interpretativa para darle sentido. Leer distintas opiniones sobre un tema nos permite sacar nuestras propias conclusiones. Después de la lectura, el lector se reestructura y reescribe el texto para darle un significado propio y hacerlo suyo. De esta forma, la lectura abre espacios de interrogación y de examen crítico. La antropóloga francesa Michèle Petit en su obra Nuevos acercamiento a los jóvenes y la lectura, lo expresa así: “Es un camino privilegiado para construirse uno mismo, para pensarse, para darle sentido a la propia experiencia, un sentido a la propia vida, para darle voz a su sufrimiento” (FCE, México, 1999).
¿Breve o extenso? Depende. Un mail debe ser corto. Tiene un fin comunicativo preciso. Escribimos un mail largo e instantáneamente pedimos disculpas al destinatario por su extensión. Un tweet impone sus reglas, y ya no tenemos opción. Bueno, siempre la tenemos. De hecho, hay quienes no utilizan la red por no estar de acuerdo con sus lineamientos, o quienes abren largas cadenas de breves mensajes para poder expresar en detalle su opinión. Un poema puede ser breve o extenso. Un cuento o una novela también. ¿Qué sería de Rayuela si le hubiéramos pedido a Cortázar brevedad? ¿Y qué de nosotros, sus admiradores, si hubiese desistido de su obra por su extensión? La lectura de un texto extenso requiere tiempo, concentración, esfuerzo y decisión. Pero tampoco la brevedad es gratuita. El lector que solo lee textos breves tendrá dificultad para abordar textos más largos y más complejos. Su capacidad de atención decaerá y reaccionará leyendo cada vez menos. Leer más ayuda a leer mejor. Leer mejor es comprender más. Comprender habilita a pensar críticamente sobre lo que leemos. Leer, en definitiva, nos ayuda a entender la realidad y vivirla con mayor integridad.
¿La lectura breve nos asegura entender? Todos nos extraviamos durante nuestros días en el laberinto de escuetos mensajes de todo tipo y, en el camino, nos perdemos a nosotros mismos. Nos debilitamos. No nos dejemos engañar. Todo texto, breve o extenso, tiene, en definitiva, un punto de vista y una intencionalidad. El breve, también. Aunque aspire a disfrazarse de objetividad. La intencionalidad está marcada por el sujeto que escribe, plasmada en el tema elegido, en las palabras que se escogen para redactar. La brevedad, por su propia naturaleza, no puede abarcar multiplicidad de opiniones. Tal vez tampoco pretenda mostrar la diversidad, sino solo un punto de vista y una visión parcial de la realidad.
Pero podemos elegir otra cosa. Podemos elegir textos que nos expongan a lo múltiple, que profundicen para que realmente entendamos y saquemos nuestras propias conclusiones. Textos que nos formen, que nos inviten a leer y a reflexionar. ¿Y si no lo hacemos? Seamos conscientes de que también estamos tomando una decisión. Y de alto riesgo. El riesgo de convertimos en ese sujeto sin formación, sin opinión propia, sin la capacidad de utilizar el lenguaje en toda su riqueza y profundidad para expresar nuestras ideas, para defender nuestras creencias y nuestros derechos.
Y todo esto, ¿lo podemos decir brevemente? Claro que sí. Leer te permite entender la realidad. Leer te ayuda a pensar por vos mismo. Leer te hace libre. Leés más, entendés más. No te confundas. Leer vale la pena. Leer te empodera. Leer es un ejercicio de libertad.