Además de vacunarse hay que insistir con los cuidados preventivos
El comportamiento solidario de la mayoría de los formoseños –ya que ha habido quienes adoptaron actitudes contrarias a las aconsejadas por los especialistas en infectología– sigue primando ante una realidad sanitaria que probablemente no sea la que se estimó en los niveles oficiales aunque es la que aparece interpelando a todos en este momento.
El aumento de enfermos y también de fallecidos –una situación que parecía imposible hacia finales de 2020– ha generado dolor y luto en más de un centenar de familias formoseñas y, probablemente, la observación de lo que se vive a diario en jurisdicción de los centros de salud, haya de aquí en más la decisión de unir como valores efectivos al comportamiento social responsable pero a partir del comportamiento individual.
Los golpes de las cosas que suceden y que se traducen en impotencia y desconsuelo no solamente aquí sino en otros lugares del país, parecería que están convocando, al menos hasta que esta emergencia severa se mantenga y ojalá se sostenga en el tiempo, a desestimar definitivamente las diferencias que dividen a los argentinos.
Afortunadamente, hubo señales de la clase política –tan vapuleada y a la que se responsabiliza desde ciertos sectores de la falta de criterio y de solvencia para transitar la lucha contra la covid 19– que hacen pensar que han entendido que lo del diálogo y el consenso son absolutamente indispensables para frenar este mal biológico que arrecia.
Quienes aguardan con expectación la llegada del mediodía para enterarse de las noticias sobre la pandemia en Formosa ya no se fijan en el vestuario, los gestos o el tono de voz de los expositores del Consejo de Atención Integral de la Emergencia “Doctor Enrique Servián”, el primer médico víctima del coronavirus, sino en cuanto evolucionaron los infectados y los óbitos.
El domingo se aludió a ese dato que causó sorpresa e inquietud en los oyentes y televidentes de la Red Formoseña de Medios de Comunicación.
Se informó sobre la síntesis estadística de lo que arrojó la semana número decimosexta de la pandemia: en 7 días se diagnosticaron 1.519 nuevos casos y se confirmaron 33 fallecimientos.
Ello implicó para lo que va de la emergencia que se acumularon 6.307 casos y sumaron 120 los fallecidos.
A esta cifra hay que agregarle, naturalmente, las cifras de este lunes 26.
Ante este cuadro, Gildo Insfrán –quien desde el 20 de marzo de 2020 preside todas las mañanas las reuniones del Consejo de Asistencia Integral Covid-19, se encarga personalmente de tomar las decisiones sobre las acciones que se ejecutan a lo largo y ancho del territorio ya que las medidas tienen un real sentido federal ante las convicciones políticas del mandatario y la dispersión que registra el virus que suma su presencia en cada vez más localidades del interior.
Dejando a un lado la acción perseverante de quienes desde la oposición elevan sus voces críticas y repiten planteamientos en el ámbito judicial provincial y nacional ante aspectos de la estrategia sanitaria, se ha avanzado en algo que se presenta como una esperanza de vida: la vacuna.
Es que al principio hubo que adoptar, frente a un virus invisible y letales, medidas domésticas y las sugeridas por el aporte de infectólogos y epidemiólogos basados en otras epidemias históricas, como fue la de la Influenza A 1 en 2009.
Además, se limitó a aprovechar las experiencias europeas donde la pandemia impactó primeramente hasta llegar a Latinoamérica que, inicialmente, incluyeron un confinamiento que generó variados impactos.
Ello determinó, al menos en esta provincia, que el gobernador hablase al pueblo formoseño para hacerle saber que se contaba con una estrategia sanitaria que tenía como prioridad absoluta la decisión de proteger y cuidar la salud y la vida de los 640.000 comprovincianos.
En la actualidad el programa de vacunación avanza en esta capital y el interior con el ritmo que marcan una logística adecuadamente estructurada con el concurso de profesionales, auxiliares de la salud y los voluntarios por la salud y la vida así como la llegada de los cupos de vacunas remitidos por Nación.
Ya se sabe que la vacuna no cura, sino que torna menos riesgosas y graves las patologías y, en un gran porcentaje, evita los decesos.
De todos modos, aún con este aporte de la ciencia mundial, las autoridades reiteran permanentemente el consejo de mantener el cuidado personal y el comunitario: “Yo me cuido para que no te enfermes y vos te cuidás para no contagiarme la enfermedad”.
Y aquí se incluye muchas de las medidas preventivas que se adoptaron en 2009 ante la epidemia de Influenza que han demostrado servir, y mucho, para protegerse de la enfermedad.
Ellas son sencillas y tienen que ver con el lavado permanente de manos con jabón; el uso de alcohol en gel y, sobre todas las cosas, la utilización del barbijo del tipo quirúrgico al que se le puede agregar el “casero”, para aumentar la protección de las personas en su andar social.
Además, quedó determinado que las fiestas clandestinas y toda reunión que supere la cantidad de 10 personas –aunque fuere un acontecimiento familiar– son razones efectivas de contagios masivos.
Asimismo, se ha fortalecido permanentemente la infraestructura sanitaria con la instalación de más laboratorios, más camas de terapia intensiva y la adquisición de insumos y de prácticas como el uso del suero equino hiperinmune desarrollado en nuestro país.
Justo L. Urbieta